En los últimos años, las metodologías ágiles han demostrado su eficacia y su poder como enfoque fundamental para el desarrollo de software y la gestión de proyectos en la era digital. Sin embargo, a pesar de ser una metodología con mucho recorrido y muy popular en el marco de las organizaciones, aún persisten muchos desafíos a los que se suelen enfrentar las organizaciones cuando quieren adoptar o implementar metodologías ágiles.
Según el 13th Annual State Of Agile Report, dos de los principales puntos débiles de las empresas que quieren implementar metodologías ágiles son la cultura de la organización (52%) y la resistencia al cambio (48%). La cuestión radica en entender cómo abordar estos puntos débiles para una implementación exitosa de las metodologías ágiles.
En este artículo, daremos respuesta a este interrogante y descubriremos los puntos débiles que tu empresa puede estar pasando por alto en la adopción de metodologías ágiles.
La comunicación eficaz es esencial para cualquier equipo y empresa, pero puede ser especialmente difícil cuando se trabaja en un entorno ágil. Las empresas necesitan mantener una gran transparencia con sus empleados sobre sus objetivos empresariales a largo plazo, su visión y su misión, con el fin de traducir cuál es el panorama general y cómo pueden contribuir a él.
Con la metodología Agile, los empleados deben ser lo suficientemente autónomos como para no depender de un jefe o de otro equipo para alcanzar sus objetivos. Sin embargo, eso sólo puede lograrse si existe una comunicación clara sobre esos objetivos por parte de la dirección.
Además, la comunicación entre los distintos equipos es esencial cuando se trabaja en un entorno ágil, especialmente si se quiere mantener una cultura innovadora y colaborativa. Cuando se da tanta autonomía a los empleados, es necesario tener acuerdos internos bien comunicados para garantizar que todo salga bien. De lo contrario, se crea el efecto contrario y se vuelve caótico, en lugar de eficaz.
Uno de los principales objetivos de Agile es ayudar a los empleados a responsabilizarse y hacerse dueños de su trabajo y abandonar el hábito de esperar a recibir instrucciones de los jefes para saber qué hacer. De hecho, al trabajar sin una jerarquía descendente tradicional, las directrices ya no llegan como una cascada desde la alta dirección. Así, es fácil que los empleados no sientan la presión de tener que ser dueños de su trabajo. El cambio estructural que conlleva Agile puede verse como una oportunidad para ser menos activos porque no tienen a nadie delegándoles tareas activamente cada día.
Además, cuando se trabaja en un entorno ágil en el que los empleados cambian de equipo en numerosas ocasiones, pueden carecer de una visión clara de cuáles son las funciones clave y quién es responsable de qué. Pueden ser reacios a actuar o a tomar decisiones cuando no están seguros de quién está al mando, lo que provoca situaciones confusas, retrasos y un aumento de la frustración. A esto también le podemos sumar que es posible que los empleados no capten del todo el panorama general y el objetivo final, lo que también provocará una falta de implicación.
Para hacer frente a este problema, es esencial definir claramente las funciones y responsabilidades de cada miembro para que entiendan cómo pueden contribuir al éxito del proyecto. También es importante fomentar la colaboración y una comunicación clara entre compañeros, creando al mismo tiempo un sentimiento de pertenencia.
Un reto al que pueden enfrentarse las empresas es la falta de formación y educación sobre el propio marco Agile. La transición de una forma tradicional de trabajar a un entorno Agile no es fácil, especialmente cuando las personas no están familiarizadas con la metodología. Para que tenga éxito, es necesario que todos asimilen bien el conocimiento y la comprensión del propio concepto ágil. Si, al principio, los cimientos de lo ágil no están bien construidos dentro de la empresa, todos los pasos posteriores no serán tan eficientes como deberían debido a desajustes o malentendidos.
Las empresas deben centrarse en asegurarse de que todo el mundo entiende el entorno en el que trabaja y ser estrictos a la hora de seguir la forma ágil de trabajar, especialmente en las primeras etapas. De ese modo, los empleados se acostumbrarán poco a poco al marco de trabajo y se convertirá en un hábito trabajar de ese modo. Los coaches ágiles ayudarán a hacer esa transición. Son una fuerza motriz dentro de un modo de trabajo ágil, activos a nivel de tribu, para entrenar a individuos y equipos y ayudarles a seleccionar las herramientas y prácticas adecuadas.
Como ya hemos mencionado en líneas anteriores, al trabajar en un entorno Agile, ya no se tiene en cuenta la jerarquía descendente tradicional. Esto puede suponer un cambio difícil para algunos empleados acostumbrados a una jerarquía estricta con una cadena de mando predefinida. Adoptar la forma ágil de trabajar implicaría adaptar la organización interna, lo que puede suponer un obstáculo para algunas personas acostumbradas a ella.
Conseguir que todo el mundo pase de una estructura vertical a una horizontal requiere explicaciones, inspiración y ejemplos concretos de cómo crecer en una organización de este tipo. Como la vía de crecimiento interno cambiará al pasar a un entorno ágil, es necesario planificar bien una trayectoria profesional clara; de lo contrario, los empleados podrían no ver perspectivas de crecimiento a largo plazo. Esto llevará a que los empleados pierdan motivación e interés, y se comprometan menos.
A continuación, las empresas deben determinar cuáles serán las nuevas funciones y cómo crecerán los empleados en este nuevo entorno, al tiempo que les forman y les comunican honestamente para ayudarles a adaptarse a las nuevas funciones y responsabilidades.
Además, para muchos empleados de empresas que aún no han adoptado la metodología Agile, el éxito profesional se mide por la rapidez con la que se alcanzan los distintos niveles de experiencia (de junior a senior), el lugar que se ocupa en la jerarquía de la empresa o el título oficial. Al cambiar a un enfoque ágil, puede resultar difícil centrarse más en el crecimiento personal y en los objetivos de la empresa que en el crecimiento en el cargo y el salario. Por eso, explicar cómo crecer personalmente de forma más horizontal es crucial para evitar fricciones.
Un reto común que podemos ver en las empresas que aplican la metodología Agile es la desconexión entre la alta dirección, que no trabaja Agile, y los equipos operativos, que sí lo hacen. Cuando la alta dirección no trabaja con Agile, es posible que no comprenda totalmente los procesos con los que trabajan los equipos operativos. Esto puede llevar a que los equipos operativos tengan dificultades para alcanzar las metas y objetivos del negocio debido a la falta de coordinación entre los dos niveles. Además, los equipos operativos carecerán del "por qué" de las decisiones estratégicas tomadas por la alta dirección, lo que ampliará aún más la brecha.
Esto debe evitarse contando con un liderazgo formado en Agile para comprender cómo se traducirán las decisiones estratégicas en el trabajo real. Deben asegurarse de que existe una buena comunicación entre ellos y los equipos operativos para que la estrategia y la implementación se conviertan en una sola cosa. Esto también permitirá que todos los empleados comprendan su propósito dentro de la empresa y cómo pueden contribuir a la visión de conjunto. Un cambio en la cultura y la mentalidad de la empresa
La cultura y la mentalidad de una empresa forman parte de su ADN, y puede resultar difícil enfrentarse a nuevas situaciones en las que se nos pide que adaptemos nuestra forma de actuar o pensar cuando ya se ha convertido en un hábito. Esos hábitos se convirtieron en lo que percibimos como normalidad, y puede ser difícil enfrentarse a la nueva realidad que nos trae Agile.
Hacer frente a todos estos puntos débiles para afrontar la implementación exitosa de las metodologías ágiles no es tarea sencilla, sobre todo si no se dispone de las herramientas necesarias para ello.
Como hemos visto, el éxito de la implementación ágil a gran escala radica en la adopción de una cultura que valore la comunicación abierta, la colaboración, la adaptación y la confianza entre los miembros del equipo. Estos pilares son fundamentales para sortear los obstáculos y aprovechar al máximo los beneficios de la agilidad.
En Cibernos, estamos comprometidos a apoyar a las organizaciones en su viaje hacia la agilidad a gran escala. En este escenario, herramientas como Jira, de Atlassian, se convierten en aliadas indispensables. Su capacidad para gestionar proyectos ágiles, desde la planificación hasta la ejecución y el seguimiento, permite a las organizaciones navegar por la complejidad de la transformación ágil.
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