En cualquier proceso de evolución el tiempo es un importante agente. También es un factor ambiguo, pues unas veces actúa como impulsor y otras como limitador. Algunas veces, la rapidez con la que éste pasa por delante de nosotros nos impulsa a actuar sin pensarlo dos veces, antes de que sea demasiado tarde. En otras ocasiones, sin embargo, el miedo al paso del tiempo (demasiado lento unas veces, demasiado rápido otras) nos limita a la hora de actuar. Hace que nos lo pensemos demasiado, pudiendo llegar a paralizarnos. Sí, el miedo también es otro componente presente en todo cambio, sobre todo a la hora de actuar.
Tiempo y miedo cobran especial protagonismo en la transformación digital. Muchas empresas tienen miedo a que mientras llega un cambio de tal envergadura, su competitividad haya caído a niveles inaceptables. También están presentes los miedos a no saber identificar los riesgos y las verdaderas oportunidades que se les presentan. La inacción como respuesta no solo parece una respuesta poco inteligente, ya que estaríamos cediendo al miedo, a la irracionalidad. No actuar es simplemente una opción que las empresas actualmente no se pueden permitir.
Resulta poco útil cuestionarse si la transformación digital se trata de una oportunidad real, o no, para las empresas. Y es que la transformación digital no sólo aporta una serie de ventajas competitivas difíciles de encontrar por otras vías. Dicha transformación consiste en una necesaria adaptación de las empresas a los profundos cambios que se están dando en nuestra sociedad, a las nuevas necesidades y formas de relacionarse que demandan sus clientes. La única cuestión es cómo hacerla, ya que el cuándo también está claro: lo antes posible, porque ya lo está haciendo la competencia, que puede que ni las empresas la reconozcan ya que la tecnología ha roto las barreras de entrada a nuevos actores en su negocio. ¿Cuántos taxistas vieron venir a Uber?
“El aplazamiento es el asesinato de la oportunidad” - Oscar Wilde.
La respuesta a esta pregunta es “no”, salvo que el diagnóstico se haga de una forma muy distinta que la consultoría tradicional. Unos expertos de la transformación digital han elaborado un método para ser capaces de realizar un diagnóstico de la situación, focalizado y eficaz, en un plazo de treinta días. Un mes es lo que necesitan para identificar los riesgos y las oportunidades de disrupción digital en su sector, así como analizar su grado de preparación digital para el cambio.
El objetivo de este diagnóstico es determinar la situación estratégica en la que se encuentra la empresa, en todo aquello que es relevante para ser digitales: aquello que ya han alcanzado, lo que les falta desarrollar en función de las amenazas y oportunidades en su sector; y hasta qué punto están preparados para los cambios necesarios. Un diagnóstico objetivo, independiente y certero es el paso previo antes de definir la estrategia digital que la empresa necesita.
Se trata de un proceso rápido que permite a las empresas ganar tiempo. Les permite focalizarse, en un periodo de tiempo relativamente corto, en la formulación estratégica y los planes de desarrollo digital. De esta forma, la empresa puede empezar a obtener los efectos de su transformación mucho antes de lo que hubiera podido imaginar.
En general, un diagnóstico estratégico-digital genera en las empresas una idea de ‘proceso lento’, tedioso y que consume un tiempo muy valioso de los directivos. Si existe una forma de realizarlo en un corto espacio de tiempo y por tanto a un precio ajustado, quizá sea el incentivo que tengan muchas empresas para dar el paso y empezar a hacer algo realmente relevante en el área de la transformación digital.
Se trata de un enfoque innovador que minimiza el tiempo de dedicación de todas las partes y permite acometer un diagnóstico rápido, pero de alto valor. Además, permite que éste se pueda realizar a un precio muy asequible.
Cuatro son los requisitos necesarios para hacer algo tan ambicioso e innovador en un plazo de solo un mes:
Con la excepción de las micro-empresas, a toda empresa pequeña o mediana le conviene un diagnóstico estratégico-digital. No es prerrogativa sólo de las empresas grandes o multinacionales. Si la transformación digital afecta a toda la economía, también lo hace con las PYMES. La innovación de las empresas se ha convertido, por ello, en una necesidad a la orden del día.
Las grandes empresas son pioneras en la transformación digital. Gracias a ello, unas han experimentado los beneficios y las ventajas propias de los consecuentes cambios y otras cuando menos consiguen adaptarse a la nueva realidad y sobrevivir (que no es poco). Otras, más pequeñas al principio (startups), ya nacieron digitalmente. Nos encontramos en el momento de trasladar dicha transformación a las empresas medianas, que no podrán esperar mucho más para adaptarse a la realidad actual.
“El panorama de la situación económica actual, debido a la transformación digital, es una foto en la que los únicos que no salen son los que no se mueven”.
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