Casi siempre que explico a los clientes las virtudes del desarrollo ágil de soluciones de IT, hay un momento dado en que terminamos refiriéndonos a la tecnología de desarrollo Low-Code.
Al fin y al cabo, en Cibernos hemos creado una potente plataforma de desarrollo de proyectos con muy poca codificación, de ahí la denominación Low-Code, la cual nos permite acelerar extraordinariamente los procesos de desarrollo de las soluciones para nuestros clientes. Y además hay que tener en cuenta otros dos aspectos no menos importantes. Al haber poco código, hay menos errores y las pruebas son más rápidas. Y el segundo es que las labores de mantenimiento, que son las que aseguran la constante alineación con el negocio, son a su vez muy ágiles.
Si no estás familiarizado con esta tecnología, te recomiendo el siguiente artículo:
Qué es una plataforma Low-Code y cómo puede ayudar a tu empresa
La cuestión es que la creciente popularidad del Low-Code es directamente proporcional a la falta de información rigurosa, y abundante mitología en torno a sus ventajas.
Mantenerse informado de todas y cada una de las tendencias en desarrollo de software puede ser un reto para cualquier CIO que aspire a tener una actitud activa y decisoria en su empresa.
Dicho esto, Forrester publicó en enero de 2016 el informe titulado “Vendor Landscape: The Fractured, Fertile Terrain Of Low-Code Application Platforms”.
Todo mito tiene parte de verdad; así que en este artículo, voy a explicarte aquellas concepciones equivocadas y más frecuentes en torno al Low-Code, así como la verdad que hay detrás de ellas.
Uno de los términos que se ha acuñado de la mano del Low-Code ha sido el de “citizen developer”, o lo que es lo mismo, el usuario con experiencia de negocio pero carente de conocimientos técnicos de programación.
Ciertamente, la empresa puede beneficiarse mucho de que este tipo de usuario gane autonomía a la hora de desarrollar sus propias aplicaciones, a partir de sencillas funcionalidades drag-and-drop.
Esto no sólo permite liberar de carga de trabajo el departamento de IT, sino que también posibilita un alineamiento más fiel de las necesidades operativas del negocio, con las herramientas que se utilizan.
Sin embargo, sugerir que el uso de las plataformas Low-Code está únicamente pensado para el “citizen developer” es un planteamiento absurdo, que no hace sino limitar el potencial de la herramienta.
La verdad detrás del mito:
Los desarrolladores del departamento de IT pueden beneficiarse enormemente del Low-Code.
Ciertamente, si la plataforma es únicamente puesta en manos de usuarios sin ningún tipo de conocimiento técnico, el recorrido de las aplicaciones o software desarrollados con ella será muy limitado.
La verdad detrás del mito:
Las mejores plataformas Low-Code están diseñadas para ofrecer la mayor escalabilidad posible.
Los desarrolladores pueden añadir su propio código, contribuyendo a la personalización y añadiendo funcionalidades propias de las herramientas destinadas al núcleo de negocio.
Obviamente, este mito se solapa con el anterior, pues parte de la base de que las plataformas Low-Code suponen la erradicación de la programación durante el desarrollo de soluciones digitales para la empresa.
La verdad detrás del mito:
En parte, esto responde a la necesidad de acelerar lo máximo posible el proceso para poder reaccionar con mayor agilidad ante las demandas del mercado.
No obstante, estas plataformas presentan mucho mayor potencial si se ponen en manos de expertos desarrolladores, tanto en el ámbito del front-end, como en el back-end.
Lectura recomendada:
7 ventajas del desarrollo rápido de software que podrías aprovechar en tu negocio
La idea de que cada departamento desarrolle su propia solución digital para responder a sus necesidades puede hacer pensar que eso contribuirá a acentuar los silos propios de cualquier organización.
La verdad detrás del mito:
Al utilizar una misma plataforma de desarrollo, se está garantizando una óptima integración de todas las herramientas.
La colaboración entre las distintas áreas de negocio tiene más que ver con la cultura organizativa que con el hecho de aportar autonomía a cada una de ellas.
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