Las grandes corporaciones también engañan. Que se lo digan a Volkswagen, quien “trucó sus coches para evitar los límites de emisiones”. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Cómo se llevó a cabo este incumplimiento en su gestión? ¿Cómo afectó a la compañía?
En 2015, los medios de comunicación se inundaron de noticias alarmantes sobre Volkswagen y sus trampas al haber instalado en sus vehículos un programa informático diseñado para evitar los límites a las emisiones en las pruebas de las ITV.
Esto fue algo que sucedió con los coches con motor diésel vendidos entre 2008 y 2015, concretamente los modelos de versiones cuatro cilindros del Audi A3, Jetta, Beetle, Passat y Golf.
El gigante de la fabricación de automóviles lo admitió: había cometido un fraude en las pruebas de emisiones diésel en Europa y Estados Unidos.
Se trataba de un sistema que, según explica El País, “era capaz de detectar cuando el vehículo era sometido a la prueba oficial de emisiones. El dispositivo se encendía en ese momento y hacía un control completo de las emisiones de humo, pero se apagaba en condiciones normales de circulación”.
Este suceso fue considerado como “una violación muy seria” de la Clean Air Act porque se calculó una emisión 40 veces mayor que la marcada en la normativa. La compañía había cometido un incumplimiento muy grave de las reglas anticontaminación.
Como era de esperar, este suceso traería grandes consecuencias para la compañía, tales como:
La manipulación de la compañía acarreó graves consecuencias y eso se ha visto reflejado en el funcionamiento.
Casi 4 años después de aquel suceso, en Cibernos reflexionamos no tanto sobre el acto en sí, sino sobre el incumplimiento que llevó a cabo la empresa en el medioambiente que no afectaba a los medios productivos de la entidad, sino a los productos comercializados.
¿Cómo podría haberse evitado?
Desde luego, se trata de un fraude meditado y entiendo asumiendo el riesgo asociado porque se provocó expresamente y no accidentalmente. Desde ese punto de vista poco se puede hacer aun contando el Motor de Cumplimiento puesto que ese “incumplimiento” no sería tal si bajamos lo suficiente los baremos de evaluación. Es decir, que el apetito al riesgo lo decide cada entidad en los diferentes aspectos que interfieren con el negocio y es en relación con ese apetito cómo se parametriza el control del cumplimiento. Y sólo en el caso de superar esos umbrales es cuando saltarían los incumplimientos. Y no nos olvidemos que las herramientas no decides per se los incumplimientos. Lo deciden los baremos que se han parametrizado.
Te lo contamos a continuación.
Con este tipo de herramientas, las empresas realizan el control y la evaluación continua para lograr unos objetivos de Buen Gobierno, Control de riesgos y Cumplimiento Normativo. Volkswagen incumplió la normativa mientras trucaba artificialmente los vehículos y sus condiciones ambientales.
Han pasado casi 4 años y países como Francia continúan denunciando otros casos similares en compañías como Renault, Honda, Mitsubishi, Mercedes y Mazda. Así que, aunque gran parte de la población se pregunta quién será el siguiente, nosotros insistimos en poner el foco en el cumplimiento.
Si las compañías generan productos conformes con las leyes medioambientes, no solo mejorará su imagen, sino que ahorrarán dinero en recursos, facilitarán la comercialización de sus productos,evitarán sanciones como las que hemos visto en este caso y los tremendos daños causados en su imagen corporativa.
¿Qué opinas de lo sucedido? ¿Es discutible el apetito al riesgo de cada compañía? ¿Qué puede hacer el RC si no quiere ser cómplice de la dirección? ¿Es realmente independiente? Cuéntanoslo sin miedo.